miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL DIOS CRONOS VIVE EN LA TIERRA


Al despertarse una mañana, Alexander Alegría, tras un sueño intranquilo, vio inmóvil a su dueño, un viejo reloj amarillo. Estaba colgado en una pared de color melón, y sus tres manecillas negras ya no jugaban en el universo de las doce horas ni tocaban la tan esperada sinfonía de abrazos. Vio, que su estado temporal, había hecho una parada en el planeta de las tres de la madrugada. Y no funcionaba.

Sin ese reloj, su habitación se había detenido en el tiempo e incluso un mudo silencio invadía el ambiente. El joven quiso gritar para pedir ayudad pero no pudo. Su voz desesperada solo se escuchaba en su memoria intranquila, mas no, en ese cuarto dominado por el rey Cronos, que había muerto.

Tras esa grave situación, Alexander Alegría, tenía que romper algunas normas implantadas por el ex Rey, para salvar su vida. Sabía que debía salir de la habitación para ser libre, pero no sabia como, ya que todos sus movimientos eran vigilados por dos soldados de madera.

Eran altos, imponentes y siempre le miraban fijamente a los ojos, como sabiendo, que pensaba. Recostado en su cama, él planeaba la táctica perfecta para salir de ese problema inmortal, pues su futuro dependía de esa estrategia.

Entonces, el esclavo del tiempo empezó a reflexionar. Se preguntaba así mismo, como había sido capturado para ser esclavo del rey Cronos. De tanto pensar, un susurro de reminiscencia se escucho en su memoria, ya casi olvidad. O, Tal vez, era un “Della vio”. Sin embargo, recordaba que fue el único ser humano, que se atrevió, a entrevistar al Rey Cronos.

Al iniciarla entrevista, le pregunto:

MA: ¿Por qué vives en la Tierra y no en un lugar sacro?

CRONOS -El me miro fijamente a los ojos y me dijo- Yo antes vivía en un lugar hermoso, pero desde aquel mañana de abril, cuando mis hermanos se enteraron de que me havia enamorado de una humana me desterraron del planeta Júpiter hacia la Tierra, para siempre. Pues, según ellos, un Dios nunca puede amar a una mujer mortal. – sus mirada de tristeza se perdía en sus recuerdos.

MA: ¿Quién fue esa mujer? Habría sido muy hermosa para dejarlo todo, no. Le pregunte.

CRONOS – en su rostro se dibujo una sensación de satisfacción, jamás antes vista hasta el momento – si, herma muy hermosa, demasiado diría. Incluso no me arrepiento de haber dejado todo por ella, como mi inmortalidad. Tenía los ojos grandes, su rostro era de tez blanca y su sonrisa era inmortal. Ella se llamaba Laura, como la musa del poeta italiano Petaraca, quien amo con demencia a su doncella en la época Renacentista.

Así, seguía el diálogo, cuando de pronto, Cronos se desaparece en el ambiente. Entre tanto, el joven se percata que, la entrevista lo havia hecho en el mismo cuarto. En ese, donde según el estaba atrapado.

Mientras, Alexander Alegría recordaba, se percató que no era un esclavo, sino que solo havia tenido un mal sueño. Y que esos soldados de madera eran estatuas, mas no soldados vivos. Era tan complejo para él vivir eso, pues todo parecía tan real, sin embargo se preguntó ¿Qué me ha sucedido? “Lo que he soñado será cierto o no…”, pensó.

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