martes, 8 de diciembre de 2009

FUE A CUBRIR SU PROPIA MUERTE


En la oscuridad de la noche, el periodista Pedro Hernández, caminaba muy presuroso hacia la Avenida Grau, en el centro de Lima, para cubrir un operativo policial contra la drogadicción.

Hace diez minutos, había recibido una llamada a su celular del Jefe Policial de la Municipalidad de Lima, Raúl Melchor, para avisarle que seria un gran operativo. Le explicó que capturarían a decenas de micro comercializadotes de droga e incluso le enfatizo que este hallazgo involucraba a grandes mandos de la Policía Nacional del Perú.

Cuando llego al lugar, no havia nadie. Solo pudo apreciar a algunos adolescentes de aproximadamente 12 años, que se drogaban, en el lugar. Pero, sobre todo, lo que le sorprendió más fue ver a menores de edad prostituirse solo por un “kete” de pasta básica de cocaína.

La noche se lo quería comer, pues temí ser asaltado por algunos vagos del lugar. Los nervios de punta aumentaban poco a poco hasta sentirse muy diminuta de en el jirón Leticia. Donde el era la presa y los delincuentes los predadores.

En eso, cuando todo indicaba que no sucedería nada, en el ambiente se escucharon tres disparos y muchos gritos, que pedían auxilio. El periodista corrió hacia el lugar, pero antes saco su grabadora de su maletín. La prendió y empezó a narrar los hechos con un tono sensacionalista:” Se escuchó en el ambiente decenas de disparos e incluso cientos de personas piden a su verdugo por su vida para no ser acecinados…”

Tras correr muy presurosa hacia una esquina oscura, vio entre decenas de policías a muchos jóvenes arrodillados, que pedían clemencia por su vida. Asimismo, había en el suelo tres jóvenes muertos. Eran de aproximadamente 15 años cada uno. Estaban muertos.

Algunos policías tenían los rostros cubiertos con pasamontañas. El periodista del diario La Industria se identifico para conversar con el Jefe Policial de la Municipalidad de Lima, Raúl Melchor. Sin embargo, cuando conversó con la persona responsable del operativo, no le dio razón, pues no lo conocían. Además, el tal jefe “camión” le aseguro que ese operativo no era común.
Así que le enfatizó con groserías que las matanzas nunca serian publicados en ningún diario, sino terminaría muerto como los jóvenes.

El periodista se quedo atónito sin saber que hacer, su cuerpo sudaba miedo y respondía con una voz entrecortada con un contundente no.” Yo siempre informare la verdad, aunque pierda la vida” , respondía el reportero

Entre tanto, el supuesto jefe de los agentes del orden, cogio la pistola y lo amenazo, para que no hable. Pero el periodista seguía insistiendo, que él estaba caso con la verdad.
Ante tanta cháchara, el presunto policía cogió el arma y le disparo al periodista y lo mató. El reportero fue engañado para ir a cubrir su propia muerte.

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