sábado, 19 de septiembre de 2009

TEXTO:7 - UN JOVEN NOVELITA






“Desesperado y un poco temeroso, pedro cruzó rápidamente la plaza de tierra de Rumikilla una noche de abril de luna llena, pues la vaca lechera de su abuelo se havia extraviado.
La buscó en las chacras del pueblo, en la quebrada y en el río, incluso fue hasta el cementerio, pero fue inútil, pues no la encontró. Cansado y pensando lo peor, se recostó sobre el suave gras de una de las chacras de su abuelo y observo el cielo inmenso lleno de estrellas en el firmamento. En eso escucho a una Secha, pájaro que guía el camino de las almas condenadas, según las creencias andinas. Pedro no supo que hacer…” Esta historia era escrita aproximadamente a las 11 de la noche con suma concentración, por un joven novelista de clase media, en el segundo pido de su casa en Miraflores. Fumaba, meditaba, tomaba café y escribía.
De pronto, sintió el maullido de un gato en la azotea contigua. Pese a su gran concentración, se distrae, se perturba y maldice al felino. En su amargura le grita al gato insultándolo: “calla gato de m…”
Pasa un tiempo, nuevamente el felino sigue maullando, sin embargo se calla por un momento. El escritor recupera su concentración.
“…se havia quedado desconcertado. Un olor nauseabundo invadió el ambiente, el joven empezó a marearse, literalmente la cabeza se hinchó y no podía moverse. Solo podía ver una bola roja que se acercaba rápidamente hacia él…”
El maullido del gato techero desconcentro nuevamente al novelista y con un tono fuerte grito: “calla gato de m”... A pesar de este exabrupto, el literato revivió la escena donde su abuelo le regalaba un pisa papel en su cumpleaños, un 23 de noviembre de 1980. Cogió el obsequio, que con tanto amor guardaba, y lo tiro con una fuerza endemoniada hacia el techo donde estaba el gato.
Tras esta acción, el maullido desapareció en el silencio de la noche lúgubre, que veía la creación de una de las obras más fascinantes de la historia.
El escritor, sin la bulla estrepitosa del felino, recupero la concentración… “Pedro empezó a rezar en silencio. No sabia que hacer. En eso, evocó la historia, que le relato su abuela Felicita sobre los fantasmas. Le había dicho que cuando una persona se encuentra con un condenado en la noche, este no solo le succiona el alma sino también su cuerpo. Solo deja en el suelo el hueso, el pellejo y la ropa del individuo.
Sin embargo, también le dijo que la única forma de evitarlo era cruzando un acequia con agua que fluya…”
El joven novelista termino con calma la obra, pese a los inconvenientes.
Aproximadamente a las 8 de la mañana, luego de descansar un momento, va hacia la casa de su vecina para pedir el pisa papel. Conversa con ella y le explica, que en la noche havia lanzado un objeto muy valioso para él, por que su gato no le dejaba dormir.
Ella lo dejo subir. El ascendió las escalinatas hasta llegar al ultimo piso para buscar el regalo de su abuelo, pero por más, que lo busco con gran pericia, no lo encontró.
Después de algunos años, el joven literato, ya tenía 45 años y trabajaba en una de las agencias de noticias más prestigiosas del mundo, como era Frans Sspres (agencia francesa).
Él tenía como costumbre, en sus días libre, caminar por las calles de París para visitar algunas tiendas de antigüedades, incluso se quedaba horas contemplando una reliquia de yeso. Uno de esos tantos días, ingreso a una tienda nueva, que no conocía. Observo los objetos y se maravilló. Cogio una pipa, un icono de barco y vasija de cobre. Siguió revisando, en eso el dueño del lugar lo miro fijamente. Era un hombre alto, de mirada penetrante, de ojos azules y tez blanca. El periodista no le dio importancia. Siguió rebuscando, y de pronto, encontró un pisa papel similar al que le havia regalado su abuelo. Por este motivo, lo coge, lo revisa y no cabe duda era suyo.
Desconcertado le pregunta al dueño del almacén: “que hace mi pisa papel aquí, si es mío”. El hombre robusto le contesto: “tú lo habías botado. Ya no te pertenece”.

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