sábado, 28 de noviembre de 2009

MI GOL FAVORITO



Fue el mejor jugador. Con una destreza y habilidad desconocida, el jugador número 14 del deportivo San José anoto el gol del triunfo, que le dio el titulo del campeonato a su equipo, una mañana de abril, en la cancha de Mateo Salado, en Breña.

Cuando todos pensaban, que el encuentro, terminaría empatado 1 a 1 entre deportivo San José y Kennedy. El director técnico del equipo santo pidió un cambio repentino para reforzar el ataque, pues quería ganar la copa, a toda costa.

El entrenador miró a los suplentes y dibujo en su memoria la táctica perfecta para ganar el encuentro. Con una señal a dedo, le pide al número 14, que ingrese al campo. Le dice que su función será moverse de izquierda a derecha en el área del equipo contrario. Además le pide que todos los pases, que recepcione, las patee hacia el arco, pues le recordó, muy preocupado, que faltaban 15 minutos para que termine el encuentro.

El jugador numero 14 ingresa al campo muy nervioso pues sabía que su entrada no era casual si no, que estaba obligado, ha anotar el gol del triunfo. Sin embargo, antes de salir de la cancha, su compañero, le pide solo un gol. Además le recuerda los sacrificios que hizo el equipo para llegar a la final. Con un tono fuerte y enérgico, le mira los ojos, y le dice ¡has el gol!

Ya en la cancha de tierra, el delantero empezó a moverse en el área de un lado hacia otro, para que los defensas del equipo contrario lo vayan a marcar. Recibía los pases, levantaba la cabeza y la tocaba a sus compañeros, pero no podía patear al arco pues la marca era férrea. Recibía patadas, empujones y hasta incluso codazos de parte de los defensas.

Habían pasado 7 minutos, el cansancio ya se hacia notar, el calor del verano a pleno medio día, quemaba. El numero catorce sabia, que la única manera de anotar el gol, era llevando la pelota hacia el área. Incluso pensaba que si hacia eso, podría provocar un penal, pues los defensas pateaban fuerte para que cualquier delantero no pase, por su zona de marca.

El entrenador, desde la banca le pedía, a gritos, que trate de llevar a los defensas. Sin embargo cuado hacia eso le venían a marcar y le quitaban la pelota. Intentaba ir por los bordes para centrar el balón, pero no daba resultados, debido a que los defensas del equipo contrario, recepcionaban los pases.

Habían pasado más de 4 minutos y no havia resultados ya que el deportivo Kennedy, solo se defendía, con una línea infranqueable de 4 – 4 -2. Los 21 jugadores lucíamos cansados, sin embargo cuando faltaban 3 minutos para que culmine el encuentro, el numero 14 recibió un pase del medio campo, se paro, levantó la mirada, y se puso a correr con la pelota en los pies hacia el área. Burlo a dos defensas, y pateó con toda su alma por entre las piernas del arquero y anoto el gol tan esperado.

En eso, Todos sus compañeros de equipo fueron emocionados para felicitarlo con abrazos y gritos, por la hazaña alcanzada. Hasta el entrenador ingreso endemoniado a la cancha para celebrar con los suyos. Todos saltaban de alegría, pues sabían que el titulo estaba en sus manos.

HISTORIA DE MI MACOTA



Cayó a un barranco pero no murió. Santi, un cordero de 10 días de nacido, se burló de la muerte una mañana de abril pues se lanzo temerariamente a un precipicio de 300 metro de altura, sin saber que esa proeza le daría privilegios en el pueblo de rumikilla, comunidad de Ayacucho. No tuvo fracturas ni alguna herida que lamentar.

Santi era de color marrón ocre. Tenía orejas grandes, lana suave, cola larga y una mirada tierna. Havia nacido un domingo de febrero de 1997 en la noche, cuando en el pueblo se celebraba la primera semana de los carnavales ayacuchanos. Recuerdo exactamente ese día porque las niñas de la comunidad capturaron como prisionero a mi hermano para echarle agua y talco.

Santi, desde su nacimiento, sorprendió a la familia pues mostraba una gracia y un gran picardía para retozar en el gras. Mi abuelo, gran conocedor de anímales de raza, decía muy orgullo que era un cara negra, incluso aceptaba que era el mejor cordero que havia parido alguna de las decenas de ovejas que tuvo a lo largo de su vida.
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Luego de de casi dos semanas de cuidarlo en la huerta de mis padres. Mi abuelo, al día siguiente, me pide que lo lleve a una chacra suya con las demás ovejas para que Santi valla conociendo los lugares que visitara con frecuencia. Pero antes, me aconseja que tenga cuidado con el barranco que limita su terreno.

Ese día, Santi y yo llegamos a las 9 de la mañana, luego de una caminata de media hora por una calle pedregosa. Las nubes negras en el cielo avisaban que iba llover, incluso parecía que iba ser una granizada, pues los rayos empezaron a tronar en el cielo.

Ante esto, cogía al cordero para resguardarnos en una casa prefabricada con hierbas silvestres, sin embargo la lluvia empezó a caer fuertemente y el agua empezó a penetrar la improvisada casa. La precipitación duro mas de una hora y el agua havia mojado toda mi ropa y la lana de Santi.

Casi al medio día, se escucho en el ambiente la vos de mi abuelo, quien havia venido para sustituirme y cuidar a Santi. Tiritando, regrese a la casa de mis padres para cambiarme de ropa y almorzar.

Sin embargo, cuando cogía una papa con queso para comer, mi abuelo llego desesperado a la casa y dijo que Santi se havia caído al barranco. Aseguro que no estaba muerto si no se havia quedado suspendido en el aire, pues las ramas lo sostenían.

Mi abuelo temía que Santi muera de hambre, si lo dejaban a su suerte. Moría de pena sin la picardía de aquel cordero que le hacia reír. Ante este suceso lamentable, mi abuelo empezó idear un plan para rescatar de la quebrada al cordero.

Dijo por un momento que seria imposible por el peligroso que significaba el recate, sin embargo, reunió a todos los hombres mas fuertes del pueblo para trabajar en ese temerario plan.

El plan consistía en que uno de los hombres se amare una soga de la cintura y baje escalando, mientras que los otros cogían el cable con toda su alma.

El plan se hizo así, sin embargo no habían previsto que, las sogas que habían amarrado no alcanzarían. Por este motivo mi abuelo se lamento y dijo que la vida de un hombre con hijos vale más que un cordero.

Pese a esta dificultad, el hombre, que se havia suspendido con la soga, en un momento de locura se soltó del cable, solo para alcanzar a Santi. Los hombres cogian la soga muy suelta y se percataron de esa acción temeraria. Pensaron que se havia caído al barranco, pues no contestaba sus llamadas de urgencia.

Luego de 15 minutos de lamentos y llanto, el hombre apareció de la espesura de las ramas con Santi en los brazos. Mi abuelo fue y lo ayudo. Pero ante le cuestiono esa acción alocada.

UNA ENTREVISTA AL POETA UNIVERSAL CÉSAR VALLEJO



Un medio día de febrero, la lluvia caía sin secar en Santiago de Chuco y los rayos amarillos rugían en el cielo inmenso dibujando luces en zizak. La tormenta mojaba los sembríos de cañas, las casas de teja y el corral de decenas de animales.

El agua no solo se empozaba en los patios de cada casa, si no fluía por las calles con libre albedrío. Incluso las montañas, que rodeaban al pueblo, no se dejaban apreciar porque eran opacadas por las nubes grises. En tanto, yo leía algunos poemas de Cesar Vallejo, en el patio de la casa de mi hermano.

En eso, cuando observe los maizales por un momento, salió, desde la espesura de las cañas, un hombre. Era trigueño. De estatura media. Vestía una túnica negra. Se apoyaba a un bastón para caminar. Traía la cabeza encorvada, pero a pesar de ello, su rostro, que no había sido indiferente al paso de los años, se podía observar.

Daba unos pasos lentos. Me miraba con unos ojos quebrantados y acongojados. Y una sensación de miedo y escalofrió recorrí mi cuerpo.- Era Cesar Vallejo -, -me respondí-. Él me seguía observaba con esa mirada perdida en sus recuerdos; tal vez, pensado en su dulce Rita de junco y capuli o me moriré en París un jueves como hoy de aguacero.

Se acerco a mí y me pregunto por su hermano Miguel, con una voz pausada. Yo le dije, que viví a la salida del pueblo, solo para conversar con él, pues en el fondo, yo sabía que, esa respuesta era una mentira. Pero, para dialogar con un icono de la poesía universal como vallejo, todo podía ser justificado. Le propuse que yo lo llevaría a la casa de su hermano, él indiferente al leguaje oral, me confirmo con la cabeza. En eso, cuando caminábamos en plena lluvia e íbamos lidiando con los riachuelos, aproveche para preguntarle algunas dudas respecto de su poesía.

M.A: ¿Por que en tus poemas solo hablas de sufrimiento?
Por un momento, no me contesto, parecía perdido en su mundo. Sin embrago, luego de cinco minutos, reacciono. Con una voz pasusa y taciturna, me respondió, a pesar de no ser su fuerte.

C.V: Porque el dolor del hombre vive en mí. Es inherente a mi persona. No lo puedo controlar, aunque este alegre o enamorado, la tristeza me embargara, no sé porque. Muchas veces, como tú, me he puesto a reflexionar, en las noches de soledad.

M.A: Le replique, ¿Es cierto que tu manos, solo obedecen a tu alma y tu corazón para escribir?
Con una fragilidad de hombre sufrido, me responde.

CV: Si es natural, yo no pienso, solo escribo. Yo soy una creación de mis propios demonios y duendes, como decía el gran poeta nicaragüense Rubén Darío
Luego de la caminata un largo trecho, descansamos un poco para respira.
M.A: ¿Cómo te calificas? Ya que, algunos críticos literarios decían que no creías en Dios, pero no lo confirmaban.

Empuñando su bastón con su mano derecha, en plena lluvia, musitaba en silencio. Y luego me responde.
CV: tal vez sea un existencialista o un ateo no muy convencido, pero solo sé algo, que por donde pasa un hombre deja una huella y nunca se olvida.
M.A: ¿Tienes miedo a la muerte?

Señalando las nubes grises, que cubren el pueblo, me dijo.
C.V: Así, es la muerte, tenebrosa y desconocida, pero dulce
A la vez. Son como esas nubes negras, que cubren las montañas. Cuando te envuelven temes, pero cuando la tocas son tan suaves, frescas y dulces a la vez. La muerte es dulce, así como la soledad.
Un poco nervioso, aún, le pregunte.
¿Existió realmente tu dulce Rita de junco y capuli? ¿O solo fue un invento?
Le observe los ojos, una tristeza lo encarcelo. Con una voz entrecortada,

C.V: me dijo, que no quería hablar de ella. Señalo que no quería molestarla, e incluso manifestó que ya descansa en paz.
Yo Seguía con la curiosidad no sabia quien era, podía ser su amor platónico, alguna hermana o su propia madre.

M.A: Le replique la pregunta ¿La querías mucho?
Observe nuevamente su rostro, lloraba como un niño. Temblaba y estaba muy acongojado.

CV: “No quise que se muera”, era mi hermana mayor. Ella me quería mucho, en las noches me cuidaba. Casi muero por la pena, no comía. Mi madre decía, que éramos tan unidos, que hacíamos todo junto. No nos separábamos. Ella me cargaba de pequeño, me lleva al río. Ella murió de una enfermedad desconocida, a los 10 años.
En eso, ella apareció, en medio de la chácara. Era hermosa. Agarró a Vallejo de la mano y ambos desaparecieron en el ambiente.

AMO LAS CALLES DE LIMA.



Las calles de la “Ciudad de los Reyes”, pueden ser para algunos limeños estresante, incluso hasta caótico. Sin embargo para mí es fascinante, particular y único.

El ruido de los carros, el transito saturado en las pistas me enamoran a cada paso que doy. Un ejemplo de este paraíso del caos es la avenida Abancay donde los vehículos y peatones se pelean para transitar.

Eso no existe en otro país. La sinfonía del claxon y de los motores viejos de los vehículos crean una composición perfecta y única en el planeta.

El grito y los insultos de peatones contra los chóferes es un espectáculo solo de la capital, y aunque, a veces, creo que es incorrecto, es apasionante ver eso. Y, este suceso, no solo queda ahí, sino es un teatro urbano, que forma parte de nosotros como identidad.

Su cultura chicha ya implantado en los limeños comparte su supremacía con balcones y casas de quincha y adobe de antaño.
Pero lo que mas resalta de la Lima actual, es su informalidad, reflejadado en los ambulantes, que deambulan en las calles.

Otra característica, que no puede pasar desapercibida, son las casas de los miles de migrantes, que en la década del 50 llagaron en barriadas a la capital. Y se atrincheraron en los cerros, que rodean la Lima Oficial.

Se puede decir, que hoy, la capital del Perú “es más chola, que criolla”. A pesar de sus iconos de la formalidad como son el Palacio de Gobierno y Justicia o el Congreso de la Republica. En la lima real viven tanto personas en extrema pobreza, así como políticos corruptos, que solo ingresan a los cargos públicos a robar.

Si bien las calles de Lima están bañadas de historia de Virreyes de linaje, no debemos olvidar, que los criollos de la colonia no deben opacar a la Lima provinciana pujante, que surge hoy, en una realita incierta por culpa de la incapacidad de los gobernantes y líderes políticos.

AMOR DE CAMPO



Sandra la aullina a cosechar va a los maizales
Aunque no tiene ni una chacra paupérrima
Cree que es San Santiago dueño de los andenes
Y que ella cosecha en un campo divino.


La sombra del maizal su cuerpo acaricia,
Baña de placer su piel mestiza,
Goza de alivio su figura de princesa andina,
Y la fatiga no se muestra en su labor


Johann se ha recostado en el verde gras
El maizal es un mundo infinito,
Desde el rió hasta donde el descansa


Que la abundancia ha oscurecido el sendero
Y en el mundo del grano la Sandra aullina
Viene, cosechando, a encontrar su camino.


Johann observo a Sandra, y a los recolectores
Dijo: “dejad que recoja confiada…”
Y sonrieron los cosechadores,
Observando del joven su atónita mirada.


Eran sus cabellos negros como la oscura noche,
Sus ojos tiernos, jugaban con su breve sonrisa
Su voz recorría de prado en prados
Pero podía hechizar a las mujeres con su canto

Sandra lo miro de los pies a los ojos,
Y fue su mirada saturada que bajaba,
Como el que toma un fuerte aguardiente…

Al retornar al pueblo, los campesinos
Que ella encontró la vieron estremecida,
Pero en su sueño Johann fue su esposo…

CRÓNICA DE UNA NOCHE SIN ALIENTO



Desesperado y un poco temeroso, pedro cruzó rápidamente la plaza de tierra de Rumikilla una noche de abril de luna llena, pues la vaca lechera de su abuelo se havia extraviado.
La buscó en las chacras del pueblo, en la quebrada y en el río, incluso fue hasta el cementerio, pero fue inútil, pues no la encontró. Cansado y pensando lo peor, se recostó sobre el suave gras de una de las chacras de su abuelo y observo el cielo inmenso lleno de estrellas en el firmamento.

En eso escucho a una Secha, pájaro que guía el camino de las almas condenadas, según las creencias andinas. Pedro no supo que hacer. Un escalofrío cortante atravesó todo su cuerpo. Se havia quedado desconcertado. Un olor nauseabundo invadió el ambiente, el joven tuvo un vahído, literalmente la cabeza se hinchó y no podía moverse. Solo podía ver una bola roja que se acercaba rápidamente hacia él”

Pedro empezó a rezar en silencio. No sabia que hacer. En eso, evocó la historia, que le relato su abuela Felicita sobre los fantasmas. Le había dicho que cuando una persona se encuentra con un condenado en la noche, este no solo le succiona el alma sino también su cuerpo. Solo deja en el suelo el hueso, el pellejo y la ropa del individuo. A su vez, también le dijo que la única forma de evitarlo era cruzando un acequia con agua que fluya.

Con esta información, pedro corrió hacia la acequia en la oscuridad de la noche. Pero antes de llegar al caudal, cayó en el intento.
Se golpeo el rostro contra una piedad e incluso casi se fractura la tabique. Se levantó casi sin poder. Pidió auxilio. Grito. Y nadie le contestaba. Solo escucho el eco de su voz, que llegaba a él con el aire frió que perforaba su rostro.

Siguió pidiendo auxilio, pero fue inútil, pues nadie lo escuchaba.
En eso, muy cerca, vio la bola roja que se acercaba muy rápido. Parecían ser caballos, pues los trotes se escuchaban muy fuertes.